Las fábulas cortas con autor son narraciones que combinan creatividad y enseñanzas únicas. A través de relatos breves y profundos, los autores imprimen su estilo personal, dejando mensajes llenos de sabiduría. Estas historias son ideales para quienes buscan inspiración y valores en poco tiempo, perfectas para todas las edades.
Si disfrutas de relatos breves pero impactantes, visita nuestra selección de fábulas cortas. Son ideales para reflexionar y compartir lecciones valiosas en pocos párrafos.
El perro y el cocodrilo advierten sobre la desconfianza
Un día, un perro sediento llegó a la orilla del río Nilo, donde observó que el agua era tranquila y fresca. Sin embargo, también sabía que los cocodrilos acechaban en esas aguas, esperando que algún animal desprevenido se acercara demasiado.
Mientras el perro evaluaba cómo beber sin arriesgarse, un cocodrilo llamado Garras emergió parcialmente del agua y lo llamó:
—Amigo perro, ven a beber. Aquí es seguro y el agua está fresca.
El perro, sin acercarse demasiado, respondió:
—Gracias por tu invitación, pero no necesito consejos de quien vive en el agua.
El cocodrilo intentó convencerlo nuevamente.
—Te lo prometo, no hay peligro aquí. Soy un cocodrilo pacífico.
El perro, sabio, recogió un poco de agua con su lengua mientras permanecía atento a cualquier movimiento. Luego respondió:
—Puede que seas pacífico, pero yo prefiero no arriesgarme. Es mejor desconfiar que lamentar.
Dicho esto, el perro se alejó, dejando al cocodrilo sin su presa.
Autor: Esopo (dominio público)
El cuervo y la jarra enseñan la importancia de la perseverancia
En un caluroso día de verano, un cuervo volaba sobre un campo seco en busca de agua. Después de mucho buscar, encontró una jarra con un poco de agua en el fondo. Sin embargo, su pico no alcanzaba el líquido.
El cuervo, en lugar de rendirse, comenzó a pensar en cómo resolver el problema.
—Si no puedo alcanzar el agua, quizás pueda hacer que suba, —se dijo a sí mismo.
Miró a su alrededor y vio pequeñas piedras esparcidas por el suelo. Una a una, comenzó a recogerlas y a dejarlas caer dentro de la jarra. Con cada piedra, el nivel del agua subía un poco más. Finalmente, después de un gran esfuerzo, el cuervo pudo beber y saciar su sed.
Autor: Esopo (dominio público)
El lobo y la oveja demuestran que la fuerza no siempre gana
Un lobo llamado Largo acechaba cerca de un río en busca de comida. En la orilla, una oveja llamada Lana bebía agua tranquilamente. Al verla sola, Largo decidió que sería su próxima presa, pero antes quería justificar su ataque.
—¡Oveja! —gritó el lobo, acercándose con paso firme—. Estás ensuciando el agua que voy a beber.
Lana, tranquila, respondió:
—Eso no es posible, señor lobo. Estoy río abajo, y el agua fluye hacia mí, no hacia usted.
Molesto por la respuesta, el lobo inventó otra excusa.
—El año pasado me insultaste y ahora pagarás por ello.
Lana, sin perder la calma, replicó:
—Señor lobo, eso tampoco puede ser cierto. Hace un año ni siquiera había nacido.
Sin más argumentos, Largo se lanzó hacia la oveja. Pero en ese momento, un pastor que observaba desde lejos llegó corriendo con su perro, ahuyentando al lobo. Lana, agradecida, comprendió que aunque la fuerza puede intimidar, la astucia y el apoyo de otros siempre pueden salvarnos.
Autor: Esopo (dominio público)
Para explorar cuentos llenos de enseñanzas, descubre nuestras fábulas con moraleja. Cada historia ofrece valores universales que inspiran y educan.
El burro y la carga pesada enseñan la importancia de la empatía
Un burro llamado Cargador trabajaba en una finca transportando sacos de grano. Aunque era fuerte, su dueño solía sobrecargarlo, ignorando su cansancio. Cerca del burro vivía un caballo llamado Fulgor, que solo cargaba al dueño durante paseos y descansaba la mayor parte del tiempo.
Un día, mientras Cargador caminaba por un camino empinado con su pesada carga, tropezó y cayó al suelo. Fulgor, que pasaba por allí, lo observó con indiferencia.
—Si fueras más fuerte, no tendrías estos problemas, —dijo con arrogancia.
El burro, agotado, respondió:
—Quizás, pero nunca sabes cuándo podrías estar en mi lugar.
Días después, el dueño de la finca decidió llevar un cargamento al mercado y, al ver que Cargador estaba lastimado, colocó los sacos sobre Fulgor. Al sentir el peso por primera vez, el caballo apenas pudo caminar.
—Esto es insoportable, —se quejó Fulgor.
Cargador, desde su establo, le dijo:
—Ahora entiendes cómo me siento cada día.
Desde ese momento, el caballo dejó de burlarse del burro y comenzó a compartir las cargas con él, aprendiendo que la empatía y la cooperación hacen el trabajo más llevadero.
Autor: Esopo (dominio público)
El cuervo y el gato enseñan el valor de la prudencia
En un viejo pueblo rodeado de campos, vivía un cuervo llamado Noche, conocido por su astucia, y un gato llamado Misterio, famoso por su sigilo. Aunque ambos eran solitarios, sus caminos solían cruzarse cerca del mercado, donde buscaban comida.
Un día, mientras ambos observaban a un granjero cargar un saco de grano, el cuervo dijo:
—Misterio, podemos unir fuerzas. Si distraes al granjero, yo abriré el saco y compartiremos el botín.
El gato, intrigado, aceptó.
—Está bien, pero espero que no me traiciones.
Cuando el granjero se detuvo a descansar, Misterio maulló y frotó sus patas en el saco para llamar la atención. Mientras tanto, Noche picoteaba la cuerda que lo cerraba. Sin embargo, al ver el saco abierto, el cuervo tomó algunos granos y voló rápidamente, dejando al gato solo con el furioso granjero.
Esa noche, Misterio, molesto, esperó al cuervo cerca de su nido.
—Noche, tu engaño me puso en peligro.
El cuervo respondió con arrogancia:
—No fue mi problema. Solo me preocupaba por mí mismo.
Días después, el cuervo cayó en una trampa colocada por el mismo granjero. Al ver a Misterio pasar, le pidió ayuda.
—Por favor, libérame. Te prometo que esta vez seré leal.
Misterio, reflexionando, dijo:
—Hoy aprenderás que las acciones tienen consecuencias. Si alguna vez te libero, será porque realmente cambias.
Desde entonces, el cuervo aprendió que la prudencia y la cooperación verdadera son esenciales para sobrevivir.
Autor: Jean de La Fontaine (dominio público)
La zorra y la cigüeña enseñan sobre la reciprocidad
En un bosque cercano a un río, una zorra llamada Ámbar era conocida por su astucia, pero también por sus bromas. Un día, invitó a una cigüeña llamada Greta a cenar.
—Ven a mi casa esta noche, Greta. Te prepararé una comida deliciosa, —dijo con una sonrisa.
La cigüeña, agradecida, aceptó. Sin embargo, al llegar, encontró que la zorra había servido la sopa en platos llanos, imposibles de beber con su largo pico.
—¿No te gusta mi sopa? —preguntó Ámbar, fingiendo sorpresa.
Greta, sin perder la calma, respondió:
—Es deliciosa, pero quizás algún día puedas venir a cenar a mi casa.
Pocos días después, la cigüeña invitó a la zorra a su hogar. Cuando llegó, Ámbar encontró la comida servida en jarrones altos y estrechos, imposibles de alcanzar con su hocico.
—¿No te gusta mi cena? —preguntó Greta, con una leve sonrisa.
La zorra, avergonzada, entendió la lección y se disculpó.
—Ahora sé que no debo burlarme de los demás, porque siempre puede haber un momento en el que necesite su ayuda.
Desde entonces, ambas aprendieron a respetar las diferencias y a tratar a los demás como les gustaría ser tratadas.
Autor: Jean de La Fontaine (dominio público)
Gracias por acompañarnos en este recorrido literario. Esperamos que estas fábulas con autor enriquezcan tus reflexiones y te invitamos a seguir explorando más historias llenas de valores y aprendizajes.