En este post encontrarás fábulas en Quechua, todas ellas con traducción al español para que puedas disfrutar de los relatos en su versión original y traducidos al castellano. Cada fábula contiene enseñanzas profundas que han perdurado a lo largo de los siglos, transmitiendo sabiduría ancestral en un formato accesible.
Si te interesan historias más breves, visita nuestra sección de fábulas cortas, donde encontrarás relatos igualmente llenos de enseñanzas y con un enfoque sencillo para disfrutar en cualquier momento.
Ñawpaq runakunam rimachisqa ruraykuna mana chiqay rimachisqa wakinwanqa ñan yaykun. Runaqa yuyarqa aswan tukuychay nira chayllapi ima munaychus karqa ruraynin churaq sunqukunawan rimanqaku.
Moraleja
Manan ama huk suwa hinaspa ama lluqsiyniyuq rimanqay, ñuqayku ch’uyaykunata suyayku chisqayku.
Traducción al Español
El Zorro y el Cuervo
Una tarde de verano, el zorro paseaba por el bosque cuando vio a un cuervo posado sobre un árbol, con un pedazo de queso en su pico. El zorro, conocido por su astucia, decidió que quería ese queso para él. Se acercó al cuervo con una sonrisa en el rostro.
— ¡Amigo cuervo! —dijo el zorro con voz suave—. He oído hablar de tu hermoso canto, y hoy me gustaría escucharlo. Si cantas para mí, estoy seguro de que el sol te recompensará con más y más cosas hermosas. El queso en tu pico debe de estar delicioso, pero tu voz… esa es la verdadera joya.
El cuervo, halagado por las palabras del zorro, miró el queso y pensó que podría ser una buena oportunidad para mostrar su talento. Confiado, comenzó a cantar. Pero justo cuando abrió el pico para dejar escapar su primer trino, el queso cayó al suelo, y el zorro, con gran rapidez, lo recogió.
— ¡Lo sabía! —exclamó el zorro, con una gran sonrisa—. El sol siempre recompensa a los que tienen un talento tan maravilloso como el tuyo. ¡Gracias por tu regalo!
El cuervo, dándose cuenta de la astucia del zorro, comprendió que había sido engañado. Con el corazón pesado, voló hacia el bosque, aprendiendo que no todo halago es sincero.
Moraleja
No confíes en los halagos de aquellos que solo buscan aprovecharse de ti.
Mana hukuma kaq kaymanqa, sumaq runakuna kaq sunqunpi hinaspa ch’usaypi, mana llank’ay runan tukuykuna.
Traducción al Español
El León y el Ciervo
Un día caluroso en la sabana, el león, rey de la selva, descansaba bajo la sombra de un gran árbol. Mientras tanto, un ciervo joven caminaba cerca, disfrutando de la fresca brisa que recorría la pradera. Al ver al león, el ciervo sintió un nudo en el estómago, pero decidió continuar su camino, pues no había razón para temerle si no lo molestaba.
— ¡Joven ciervo! —rugió el león, con voz profunda—. ¿Sabes quién soy? Soy el rey de esta tierra, y todos deben mostrarme respeto.
El ciervo, sorprendido pero calmado, miró al león con respeto y respondió:
— Sí, grande rey, sé quién eres, y te respeto. Pero mi vida también tiene valor, y aunque me reconoces como inferior, eso no me convierte en tu servidor.
El león, sorprendido por la valentía del ciervo, decidió ponerlo a prueba.
— Si eres tan valiente, ¿por qué no luchas conmigo, para que puedas demostrar tu coraje? Así, sabrás lo que es enfrentarse al rey de la selva.
El ciervo pensó por un momento y, en lugar de aceptar el desafío, decidió hablar con sabiduría:
— No necesito pelear para demostrar mi valía. La verdadera fuerza no siempre se muestra a través de la lucha, sino en la capacidad de mantener la paz y la armonía en la sabana.
El león, impresionado por las palabras del ciervo, comprendió que la verdadera grandeza no siempre radica en la fuerza bruta, sino en la sabiduría y el respeto por los demás. Decidió no pelear y permitió que el ciervo siguiera su camino, reconociendo su sabiduría.
Moraleja
La verdadera fuerza no siempre está en la pelea, sino en la sabiduría y la paz interior.
Para aquellos que buscan historias con enseñanzas claras, tenemos una amplia colección de fábulas con moraleja que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión.
—¡Ñuqaqa atinayki sumaqta ruray kaypi! —rimariykunayqa wallata aswan sumaqtaqa. Hinaspa wallataqa willachkan chay kawsaynin tapukuspa.
Wallataqa chay allin ruraypa aswan sumaq tapupam. Tarukaqa sumaq tapuy ruraywanqa mana wakinkuna ruraynintaqa yaykun ch’ulla taruka wakinpa rikusqa kananpaq.
Kay wallataqa umay warmiqa tarukanqa allinkusqa ruray, chay waylluta rimanman willakun wakinkuna kan.
Moraleja
Kay kawsayninpi suqta munakuy runakunaman munay ruray tukuy kawsayninpi aswan sumaqmi.
Traducción al Español
La Tortuga y el Conejo
Un día, en el tranquilo bosque, el conejo se encontraba presumido por su velocidad. Se jactaba ante todos los animales de lo rápido que era y lo poco que podía hacer cualquiera para superarlo en una carrera.
— ¡Nadie puede vencerme! —decía el conejo con una sonrisa burlona—. Soy el más rápido de todo el bosque.
La tortuga, que había escuchado estas palabras, decidió hablar.
— Yo también quiero desafiarte a una carrera —dijo la tortuga, con calma y determinación.
El conejo, al escucharla, estalló en carcajadas.
— ¡Tú, tortuga! ¡Sería una vergüenza correr contigo! Aún si duermes en la mitad del recorrido, yo te ganaría fácilmente.
Sin embargo, la tortuga, tranquila, aceptó el desafío, y ambos animales comenzaron la carrera.
Al principio, el conejo corrió rápidamente, dejando a la tortuga muy atrás. Sintió que no había ninguna posibilidad de perder, por lo que decidió descansar bajo un árbol. Se quedó dormido profundamente, convencido de su victoria.
La tortuga, por su parte, siguió avanzando lentamente pero con firmeza. No paró, no descansó, y siguió su camino sin distraerse.
Cuando el conejo despertó, vio que la tortuga ya estaba cerca de la meta. Corrió rápidamente, pero ya era demasiado tarde. La tortuga había ganado la carrera.
— No siempre la rapidez gana —dijo la tortuga con una sonrisa—. La perseverancia y la constancia son las que realmente importan.
Moraleja
La constancia y la perseverancia siempre son más importantes que la rapidez sin compromiso.
El Ukuku Ch’ampapi wan El Ukuku Llaqtaqpi
Huk kutipacha, huk ukuku ch’ampapi kawsakun huk ukuku llaqtaqpi kawsakuna. Ch’ampapi ukukuqa sumaq umayqa, mikhuchiy umallan phukuchkan pampa q’ori mich’anwan umallaywan kayan, tukuy kawsaynin ruray sumaqpa.
Huk p’unchay, ukuku llaqtaqpi kawsakun munaywa apukuna wasipi rikusqa llaqta umay rurayninta sumaq runakunata rikuy tukuy munan ukukun ch’ampata willaspa:
—¡Kayman hamusunki, masi ukuku! Chay llaqta sumaqpa, kayqa allinta runa ruray tukuy umay kawsayninta rikuy tukuyqa.
Ukuku ch’ampapiqa munay umay runakuna rikuspa, munaywan sumaq runakunaqa tukuy llaqta umallay rispa:
—¡Rikuspa, munaywan kawsay rikanay tukuy sumaq runakuna!
Llaqta runakunaman hinaspa umay sumaq runa ukuku llaqta tukuy kawsayninta rikuy wakin sumaq runakuna ch’uyllan kawsayninta. Ñawpachayqa, q’ari pusaq ukukuqa, kayqa manan allin sumaq kawsayta tukuy umayqa kawsay karqa, tukuy sunquqa manan sumaq chay karqa kawsayninta chhaska runakunaqa.
Ukuku ch’ampapiqa k’anchan tukuy runa umay kawsayninta rimay:
—Ñuqaqa ch’ampa kawsayta munay tukuy sunqu ruraywan, chayqa manan tukuy umallay asikuy sunqu kawsayta rikuy.
Ukuku llaqtaqpiqa allin umay tukuy sunqu rurayninta yuyay rimay tukuy runakunam sumaqpi kayan kawsayninta rikuy tukuy runakuna manan riman.
Ukuku ch’ampapiqa kawsaypa tukuy allin runakuna ruray rikuy tukuy sumaq kawsayninpi kayan, manaraq umay munaypa.
Moraleja
Sumaq umay kawsay, ch’uyllay tukuy kawsaynin, manan wakinkuna rurayqa tukuy k’anchan.
Traducción al Español
El Ratón de Campo y el Ratón de Ciudad
Había una vez dos ratones, uno que vivía en el campo y otro que vivía en la ciudad. El ratón de campo vivía tranquilamente en su madriguera, rodeado de praderas verdes, flores y comida sencilla pero abundante.
Un día, el ratón de ciudad, que vivía entre los lujos y el bullicio de la ciudad, invitó al ratón de campo a visitarlo. El ratón de campo, curioso por conocer el estilo de vida de su amigo, aceptó la invitación y viajó a la ciudad.
Cuando llegó, el ratón de ciudad le mostró su casa: un gran edificio con muebles lujosos, una gran mesa llena de quesos y manjares exquisitos.
— Come todo lo que quieras —dijo el ratón de ciudad, con orgullo—. Aquí tenemos de todo.
Pero pronto, el ratón de campo se dio cuenta de que no todo era tan perfecto. A pesar de la comida abundante, cada vez que intentaba comer, el ruido de los gatos y los perros en la calle lo aterraba. Además, vivía constantemente preocupado por los peligros que acechaban en cada esquina.
— Yo prefiero mi vida en el campo —dijo el ratón de campo—. Aquí, aunque la comida es más simple, puedo vivir tranquilo, sin miedo a los peligros.
El ratón de ciudad, pensativo, comprendió que la riqueza material no siempre trae paz y tranquilidad. Después de la visita, el ratón de campo regresó a su hogar, feliz de regresar a la serenidad del campo.
Moraleja
La verdadera riqueza está en la paz y la tranquilidad, no en el lujo ni en la abundancia material.
Kay kawsayninpi wakin allin runakuna ruraychkan sumaq aswan ruraymi, umay ruray ima kunan sumaq sunqukunam kawsayninta ruraychkan.
Traducción al Español
El León y el Ratón
Un día, un león descansaba tranquilamente en el bosque después de una larga caza. Mientras dormía, un pequeño ratón, sin querer, corrió sobre su gran pata. El león despertó y, con un rugido feroz, atrapó al ratón con sus garras.
— ¿Cómo te atreves a molestarme, pequeño? —gruñó el león.
El ratón, temblando de miedo, le pidió disculpas.
— ¡Perdóname, gran rey de la selva! —imploró el ratón—. No fue mi intención despertarte ni causarte daño. Si me liberas, te prometo que algún día te devolveré el favor.
El león se rió de la idea de que un pequeño ratón pudiera ayudarlo. Pero, impresionado por su valentía, decidió liberarlo.
— Eres valiente por pedir perdón, pero ¿qué podría hacer un ratón por un león tan poderoso como yo? —dijo el león.
Días después, el león quedó atrapado en una red de cazadores. Luchó con todas sus fuerzas, pero no podía liberarse. El ratón, al escuchar los rugidos del león, corrió rápidamente hacia él.
— ¡No te preocupes, te ayudaré! —dijo el ratón.
Con sus afilados dientes, el ratón mordió las cuerdas de la red hasta que el león pudo liberarse.
— ¡Lo lograste, pequeño ratón! —exclamó el león—. Nunca imaginé que alguien tan pequeño pudiera ayudarme tanto.
El ratón, sonriendo, respondió:
— Todos tienen algo valioso que ofrecer, no importa su tamaño.
Moraleja
La ayuda puede venir de los lugares más inesperados, y la bondad nunca debe subestimarse por el tamaño o la apariencia.
Inti wan Wayra
Huk p’unchay, Inti wan Wayraqta, pitaqa aswan ch’usayoq kasqanta rimachkanaku. Chayqa, wakin runata imaraykuchus kipuy ruraykusqa qhawayta munanku.
—Riqsinchis, pitaq aswan ch’usayuq—niyqa Wayra—. Chay runa qhatuwan qhichqata qhatunchis kunan sumaq ruraywan. Chayqa mana ruranchu, ñuqam qhipa ima kanchi.
Runaqa wasimanta mask’anan yaykuna rurayta hatun phullawan siqiyaspasqa. Inti, k’anchanpa, musqoyta ruray niykanchispaq umay sumaq ruraywan.
Intiqa sumaqmi k’anchan ruraykuspa ch’usay warmiyta rurayqa. Ñawpaqta runaqa manaraq sumaq phullanchis yaykusqa rikusqa chay rurayta munaychis ruraykuspa.
Kay runa ruray umay ruray ch’usaymi, wakin ruray warmiyta ruray sunquywan kawsaynin ruranchik.
Traducción al Español
El Sol y el Viento
Un día, el sol y el viento discutían sobre quién era más fuerte. Ambos querían demostrar su poder, así que decidieron hacer una prueba.
— Veamos quién tiene más fuerza —dijo el viento—. El primero en hacer que ese viajero se quite el abrigo será el ganador.
El viajero, que caminaba por el camino, llevaba un abrigo grueso para protegerse del frío. El sol aceptó primero el reto.
El sol brilló con fuerza, emitiendo calor, pero el viajero no se quitó el abrigo. El sol aumentó su calor, pero el viajero se abrazó más fuerte al abrigo, pues sentía que aún necesitaba protección del frío.
Luego, el viento tomó su turno. Sopló fuertemente, intentando arrancar el abrigo del viajero. El viento sopló con fuerza, pero lo único que consiguió fue que el viajero apretara aún más su abrigo, buscando refugio contra la fuerza del viento.
Finalmente, el sol volvió a intentarlo, pero esta vez con una luz suave y cálida. Poco a poco, el viajero comenzó a sentirse cómodo, y, finalmente, se quitó el abrigo.
— Lo lograste —dijo el sol—. No siempre la fuerza bruta es la respuesta.
Moraleja
La suavidad y la paciencia a menudo son más efectivas que la fuerza bruta.
El Lobo wan La Oveja
Huk qhantiy q’uyunapaq llanura sumaqpi, achka uywakuna kawsayta rurachkan. Chaypi, sapan huk loboqa kawsaran, runakuna mastarinaypaq achka ruwanakuyta mask’aspa. Chay loboqa, aqha millmayuq phaqchaywan wan llaqllay qhawachinakun, munasqanman ruray ruray musuqta ruranchik, wayruchiy runakuna wakiyuq.
Huk p’unchay, loboqa huk ovejata wañuy wasipi mich’ikurqan, runakuna allinta mik’uykunata rurakun. Ovejaqa ch’usiykusqa mich’iyta, wakchaqa runakunata rikuspa manaqa mayqen ruraywan ruraran.
—¡Oveja! —rimakun loboqa uma wakachiyta ruwaspa—. Kay p’unchaypaq allinta rikusqa, kay pampamanqa maypi mask’achkanki, ñuqaqa wakichinkunam kani. Amaqa chhay rurayta, umay wakiyti t’ikuychay, chayqa qanqa manaraq ima.
Ovejaqa, umallay runa alliy sunqu ruraynin, umay runakuna ruraypa kani:
Ch’usay runa ruraypim sumaq tukuy ruray, astuciaqa ch’usaywan aswan sumaq ruraypi kanmi.
Traducción al Español
El Lobo y la Oveja
En una llanura verde y tranquila, vivían muchos animales. Entre ellos, había un lobo solitario que siempre estaba buscando maneras de conseguir comida. El lobo, con su pelaje gris y su mirada feroz, pensaba que la mejor manera de conseguir lo que quería era aterrorizando a los demás.
Un día, el lobo vio una oveja en un campo apartado. Ella estaba tranquila, pastando, sin darse cuenta del peligro que acechaba. El lobo se acercó rápidamente y, con voz grave, le habló.
— ¡Oveja! —dijo el lobo—. ¿Sabes que este campo ahora me pertenece? Si no me obedeces, te haré desaparecer de este lugar.
La oveja, temblando de miedo, miró al lobo y le dijo:
— No te tengo miedo, lobo. Sé que eres fuerte y puedes asustar a los demás, pero yo tengo algo que tú no tienes: la astucia. Si me dejas vivir, te puedo enseñar algo que jamás has aprendido.
El lobo, curioso por la idea de que la oveja pudiera enseñarle algo, decidió escucharla.
— ¿Qué puedes enseñarme tú, una simple oveja? —preguntó el lobo.
La oveja, con calma, le respondió:
— Si me dejas ir, aprenderás que no todo se logra con fuerza. Existen otras formas de conseguir lo que uno quiere. Si puedes aprender a ser más astuto, no necesitarás recurrir al miedo para obtener lo que deseas.
El lobo pensó en las palabras de la oveja y, aunque desconfiado, decidió dejarla ir. Después de algunos días de reflexión, el lobo comenzó a seguir los consejos de la oveja. Con el tiempo, se dio cuenta de que su fuerza no siempre era la mejor manera de conseguir lo que quería. La astucia y la diplomacia eran mucho más efectivas.
Moraleja
La fuerza no siempre es la mejor herramienta para resolver los problemas; la astucia puede ser mucho más efectiva.
La Ch’uspi wan La Sullk’a
Huk intiq k’anchaynin sumaq p’unchaypi, ch’uspiqa qhaparikuspa sumaq pampa sacha mich’an q’ori mich’ita tusuypasqa kashan. Chay pacha sullk’aqa, llank’ay ruraypaq, qhawaychu runa uywakuna taqsaqta mast’asqa, tukuy paqarina kutiwan p’unchay umaypi ruraychkan.
Era un cálido día de verano, y la cigarra cantaba alegremente en un campo de flores, disfrutando del sol. Mientras tanto, la hormiga, que trabajaba incansablemente, recolectaba granos de trigo para almacenar en su madriguera.
La cigarra, al ver el arduo trabajo de la hormiga, no pudo evitar burlarse de ella.
— ¡Ay, hormiga! —dijo la cigarra, cantando alegremente—. ¿Por qué trabajas tanto? El sol está brillando, y hay tanta comida y tiempo para disfrutar. Ven, únete a mí y canta, la vida es corta para trabajar tanto.
La hormiga, sin detener su labor, respondió:
— No puedo descansar ahora. El invierno se acerca, y debo asegurarme de tener suficiente comida para sobrevivir cuando el frío llegue. Tú, en cambio, deberías estar trabajando también, en lugar de solo cantar.
Pero la cigarra solo se rió y continuó con su canto. Pasaron los días, y la cigarra se olvidó completamente de la advertencia de la hormiga. Mientras tanto, la hormiga seguía trabajando arduamente.
Cuando llegó el invierno, la cigarra, sin reservas de comida, comenzó a pasar hambre y frío. Buscó refugio en la madriguera de la hormiga y, apenada, le pidió ayuda.
— Por favor, hormiga, déjame entrar y dame algo de comida. He estado cantando todo el verano y no he guardado nada para el invierno. Ahora estoy sufriendo.
La hormiga, con una mirada seria, le respondió:
— Te advertí que trabajar en el verano era necesario para el invierno. Ahora tienes que aprender a enfrentar las consecuencias de no haberte preparado.
La cigarra, avergonzada, entendió la lección y prometió que, en el futuro, no se dejaría llevar solo por el placer, sino que también pensaría en las consecuencias de sus acciones.
Moraleja
La preparación y el trabajo constante son esenciales para enfrentar los momentos difíciles.
El Misi wan El Ukuku
Huk sumaq wasipi, misi sumaq Félix wan huk ukuku qawana Pepepa kawsayta tukuy allin kasqa. Félixqa wasipi kallpasqa umay p’unchay kawsayta rikuchkan, allinmitataq samarakuspanku umay chikancha, payqa pacha umay sunquwan kawsaychkan. Pepeqa, huk q’ori rimaspa, sullk’akunaman qhawakun sumaq runa llank’aynin rikuspa, manaraq wakinku rikusqa.
Kay kawsayninpi, ch’aska riman umay ruraynin, kallpan tukuy sullk’a runakunapim aswan sumaq ruraypi.
Traducción al Español
El Gato y el Ratón
En una casa acogedora, un gato llamado Félix y un ratón llamado Pepe vivían en lugares opuestos. Félix, el gato, disfrutaba de la calma, descansando la mayor parte del día en su cama. Por su parte, Pepe, el ratón, siempre estaba buscando maneras de evitar ser atrapado. A menudo, veía a Félix como una amenaza, pero también sabía que podía ser más astuto.
Un día, mientras Félix dormía plácidamente en la ventana, Pepe decidió hacer una pequeña travesura. Tomó un trozo de queso y lo colocó cerca de la cama de Félix. La idea de Pepe era simple: ver si el gato reaccionaba a su presencia sin causar peligro.
Cuando Félix despertó y vio el queso, inmediatamente se levantó de un salto, pero en lugar de atacar a Pepe, comenzó a oler el queso. Sin perder tiempo, Pepe aprovechó la distracción y se deslizó sigilosamente hacia su madriguera. Félix, al darse cuenta de que no había atrapado al ratón, decidió quedarse tranquilo y volver a dormir.
Esa tarde, Félix tuvo una conversación con Pepe, ya que no entendía cómo el ratón había logrado escapar tan fácilmente. Pepe, sonriendo, le dijo:
— Félix, tú eres muy rápido, pero también eres predecible. Si pudieras pensar como yo, quizás entenderías que la astucia es más valiosa que la fuerza. Un gato no siempre tiene que cazar a su presa de manera directa, puede hacerlo de manera más estratégica.
Félix, al escuchar estas sabias palabras, comenzó a pensar más cuidadosamente sobre sus acciones y, a partir de ese día, adoptó la astucia de Pepe en lugar de confiar solo en su velocidad.
Moraleja
La astucia y la estrategia pueden ser más efectivas que la fuerza bruta y la rapidez.
La Hamp’atu wan El Tuku
Huk intiq k’anchay sumaq p’unchaypi, hamp’atuqa kusilla phukllanta llant’uywan tutuychkan huk qocha umanpi. Chayqa tukuqa, sumaq suma willka qallpanman hatun sachanpi uryaychkan hamp’atuta rikuykuspa. Hamp’atuqa, umay kawsayninta sumaq umaypa yuyaypi kusilla kasqa, tukunta umallay umay sumaq ch’usay tukuy yuyariyninta.
—¡Achachaw, Tuku! —niy hamp’atu k’anchay umay rispa—. Ñuqay yuyarirqa kay umaypi tukuy kawsay chhaskan rikuspa. Riqsisunki tukuypaq, kaypa mana chhullan ch’usaq umallaymi.
—Kawsayqa sumaqmi ch’usaypi tukuy allinta qhawakuy ruray. Qochanpaq kawsay umay ruraychikpi paywan tukuy umay suwa kawsaynin tukuy aswan runachispa tukuy sumaqkuna.
Ch’aska sumaq tukuy runa rikasqa tukuy sunquchaywan hamp’atupa kawsay umallaywan tukuy sumaq ruraychkan. Kay hamp’atuqa manataq allin riman tukuy umay sunqu ruraywan tukuy umay runakuna kawsaynin rurallechka tukuy tukuy sumaq kaywan.
Moraleja
Huk runakuna umay kawsayninta ruray tukuy sumaqpi, mana rurayninta yuyay ruraykachik sumaqpi kayan.
Traducción al Español
La Rana y el Búho
Un día soleado, una rana saltaba alegremente en un estanque cuando vio a un búho posado en un árbol cercano. La rana, que siempre se sentía segura en su pequeño mundo acuático, no pudo evitar admirar al búho por su sabiduría y elegancia.
— ¡Hola, Búho! —gritó la rana—. Siempre te veo desde aquí, en lo alto, y me pregunto, ¿cómo es el mundo más allá del estanque? ¿Cómo es el cielo que siempre miras?
El búho, sonriendo con calma, miró a la rana.
— El cielo es hermoso, pero está lleno de cosas que no siempre puedes ver desde abajo. Hay un vasto mundo en el que todo parece diferente, pero tú también tienes algo especial: el agua. El estanque es tu mundo, y eso es algo que no puedo tener. Ambos tenemos nuestros propios lugares donde somos más fuertes.
La rana, curiosa, decidió pedirle al búho que la llevara a volar por el cielo para ver el mundo desde esa perspectiva.
El búho accedió a su pedido y, con gran cuidado, llevó a la rana en sus garras. Juntos volaron alto en el cielo, pasando por montañas y valles, hasta que llegaron a un paisaje lejano.
— Aquí, la vista es impresionante, pero recuerda, Rana, que cada uno tiene su lugar. El cielo es hermoso, pero el agua también tiene su propia magia. Lo importante es aprender a apreciar lo que tenemos y entender nuestros límites.
La rana, al escuchar al búho, comprendió que no necesitaba desear lo que no podía alcanzar. Su estanque, aunque pequeño, era su hogar, y debía aprender a valorarlo.
Moraleja
Cada uno tiene su propio lugar en el mundo, y aprender a apreciarlo es el verdadero valor.
Esperamos que hayas disfrutado de nuestras fábulas en Quechua. Cada relato, traducido al español, busca transmitir lecciones valiosas que siguen vigentes en nuestra vida cotidiana. ¡Gracias por acompañarnos y hasta el próximo post!