Las Fábulas en Versos combinan la magia de la poesía con la sabiduría de los cuentos clásicos. Estas historias rimadas no solo entretienen, sino que también transmiten enseñanzas atemporales. Acompáñanos a explorar relatos únicos que capturan la esencia de los valores y las lecciones a través de melodiosas palabras.
Descubre nuestra colección de fábulas cortas, perfecta para quienes buscan relatos breves llenos de significado. Cada historia es ideal para reflexionar y compartir, brindando mensajes claros y directos en pocas líneas.
La hormiga y el grillo en versos rimados
En un prado lleno de flores,
bajo el sol de dulces olores,
vivían dos amigos, Graciela y Gil,
la hormiga obrera y el grillo gentil.
Graciela, incansable y previsora,
trabajaba sin pausa a toda hora.
Guardaba en su nido granos y trigo,
pensando en el invierno, su fiel abrigo.
Gil, por otro lado, cantaba sin fin,
al sol, a la luna, con su violín.
—¡Trabaja un poco, Gil! —dijo la hormiga un día—.
El invierno llega, y no es fantasía.
—¡Oh, querida Graciela, no hay que temer!
El verano es largo, lo quiero gozar.
Cuando llegue el frío, ya pensaré,
si el hambre me encuentra, ya buscaré.
Así pasaron los días y las estaciones,
y el viento trajo heladas canciones.
Graciela, en su hogar, al fin descansó,
pues todo el verano con juicio ahorró.
Gil, bajo la nieve, tiritaba y lloraba,
con su violín roto, nada lograba.
—¡Graciela, ayúdame! —gritó desde afuera—.
Mi estómago ruge, mi vida es tan fea.
La hormiga, al verlo, sintió compasión,
y lo invitó a entrar con un gran sermón:
—El tiempo, Gil, hay que aprovechar,
pues la vida es corta y hay que trabajar.
Desde aquel día, Gil aprendió,
y junto a Graciela, más se esforzó.
Aunque seguía cantando con alegría,
trabajaba con juicio cada día.
El león y el ratón en versos armoniosos
En lo profundo de la selva tropical,
un león dormía, rey colosal.
Sus rugidos llenaban el bosque entero,
todos le temían, desde hormigas hasta un jilguero.
Un ratón travieso, pequeño y veloz,
jugaba y saltaba con gran alboroz.
Por error, pasó junto al león dormido,
y tropezó en su pata, ¡qué lío metido!
—¡Quién osa molestar mi descanso real!
—rugió el león, despertando al final.
El ratón temblaba, pidió compasión,
—¡Oh, rey poderoso, no hagas destrucción!
—¿Por qué debería dejarte escapar?
—preguntó el león, dispuesto a atacar.
—Porque un día, quizás, en esta selva espesa,
pueda ayudarte a salir de una tristeza.
El león rió fuerte, la idea era absurda,
—¿Cómo puede un ratón, en la vida, ser ayuda?
Pero decidió soltar al pequeño animal,
y el ratón huyó, agradecido sin igual.
Pasaron los días, y el destino jugó,
pues una trampa al león capturó.
Rugió con fuerza, mas nadie llegó,
pues el rey atrapado su reino dejó.
El ratón escuchó y corrió hacia él,
con dientes pequeños rompió el cordel.
El león, sorprendido, no pudo hablar,
solo inclinó la cabeza en señal de aceptar.
—Nunca subestimes la ayuda de alguien,
aunque parezca débil o insignificante.
La bondad que das, tarde o temprano,
volverá multiplicada, amigo soberano.
Desde entonces, amigos inseparables fueron,
y en la selva su historia los ecos trajeron.
León y ratón, ejemplo de unión,
de cómo el respeto supera la condición.
Si disfrutas de relatos que enseñan y sorprenden, no te pierdas nuestras fábulas con moraleja en internet. Aquí encontrarás cuentos que combinan entretenimiento y aprendizajes profundos, ideales para inspirarte en el día a día.
El búho sabio y el cuervo en versos rimados
En un bosque de espesas ramas,
donde la luna pinta sombras extrañas,
vivía un búho de nombre Adán,
sabio y sereno, guía del afán.
Cerca de allí, un cuervo travieso,
llamado Marcos, burlón y expresivo,
gustaba de reír y alardear,
sin nunca parar a reflexionar.
Un día, Marcos halló un diamante,
brillante y puro, algo deslumbrante.
—¡Mira, Adán, lo que encontré!
Con esto seré rico, ¿lo ves?
Adán, tranquilo, lo miró fijamente.
—Ese brillo es fugaz, escucha atentamente.
El valor no está en lo que reluce,
sino en la sabiduría que el tiempo produce.
—¡Bah! —dijo Marcos, burlándose altivo—.
Tú solo eres viejo, lento y cautivo.
Yo iré al mercado, lo venderé,
y toda mi vida disfrutaré.
Partió el cuervo con gran ambición,
pero en el camino cayó en confusión.
Un cuervo mayor, astuto y taimado,
le cambió el diamante por algo dorado.
Cuando Marcos vio que era falso su trofeo,
regresó al búho con el alma en un lío.
Adán, sin reproches, lo hizo aprender:
—La ambición sin juicio te hará caer.
Desde entonces, el cuervo cambió su andar,
y con el búho aprendió a pensar.
Dejó la avaricia por sabiduría,
y su canto se llenó de alegría.
El pez dorado y el cangrejo en versos armoniosos
En un río sereno, de aguas claras,
nadaba un pez dorado de escamas raras.
Brillante como el sol, llamaba la atención,
y su belleza llenaba de admiración.
Cerca de él vivía Camilo, un cangrejo,
de caminar lento, astuto y complejo.
—Amigo dorado, tu brillo atrae,
pero ¿te has fijado quién te acecha ahí?
El pez, altivo, movió su cola,
—Nadie puede atraparme, soy una joya.
Nado veloz, soy el mejor,
mi brillo es mi escudo, mi gran favor.
Camilo, paciente, intentó aconsejar,
—La belleza atrae, pero también puede dañar.
Si no te escondes cuando veas peligro,
un pescador podría atraparte en un suspiro.
El pez rió y nadó sin cuidado,
y en poco tiempo fue capturado.
En una red quedó atrapado al instante,
y su brillo se volvió un lastre importante.
Camilo, astuto, con sus pinzas rompió,
la red que al pez rápidamente envolvió.
—Gracias, amigo, no volveré a dudar,
de ahora en adelante, tu consejo voy a acatar.
Desde aquel día, el pez aprendió,
que la vanidad a nada lo llevó.
Junto al cangrejo vivió en humildad,
y ambos disfrutaron de gran amistad.
La tortuga paciente y el colibrí veloz en versos rimados
En un valle tranquilo y sereno,
vivía una tortuga de nombre Moreno.
Lenta pero sabia, siempre observaba,
mientras el colibrí, alegre, danzaba.
El colibrí, llamado Martín,
era conocido por su vuelo sin fin.
—Moreno, amigo, ¿por qué tan despacio?
¡La vida es breve, vuela, no seas reacio!
—Martín, querido, hay tiempo para todo,
la prisa ciega, pero yo acomodo.
La vida es un río que hay que observar,
no un torbellino que hay que apresurar.
Un día, una tormenta llegó,
y el viento a Martín al suelo lanzó.
Entre ramas y hojas quedó atrapado,
mientras Moreno se acercó, sosegado.
—Amigo veloz, te ayudaré,
mi paso es lento, pero llegaré.
La tortuga con esfuerzo movió las ramas,
y Martín escapó, agradecido en el alma.
Desde entonces, ambos comprendieron,
que velocidad y paciencia se unieron.
El colibrí aprendió a valorar el instante,
y la tortuga encontró un amigo constante.
El sapo sabio y la luciérnaga en versos brillantes
En un pantano oscuro y callado,
brillaba una luciérnaga en su prado.
—¡Qué espléndida luz posees, amiga mía!
—le dijo un sapo con voz de alegría.
—Gracias, buen sapo, pero temo brillar,
los depredadores me pueden atrapar.
A veces quisiera esconder mi destello,
y ser invisible bajo el cielo bello.
—Tu luz es un don que debes cuidar,
no temas al mundo por querer brillar.
La oscuridad ciega, pero tú guías,
sé fuerte y brilla todos los días.
La luciérnaga siguió su consejo,
y en la noche oscura voló lejos.
Los animales, guiados por su fulgor,
la siguieron con fe y gran fervor.
Un búho astuto quiso atraparla,
pero el sapo saltó para salvarla.
—Amiga brillante, juntos venceremos,
con luz y valor todo lo podemos.
Desde entonces, la luciérnaga brilló sin temor,
y el sapo veló con gran ardor.
Ambos se convirtieron en leyenda viva,
unidos por la amistad y su fuerza activa.
Gracias por acompañarnos en este recorrido por las Fábulas en Versos, donde la poesía y las lecciones de vida se unen. Esperamos que estas historias hayan tocado tu corazón. ¡Te invitamos a regresar para seguir disfrutando de relatos inolvidables!